Una odisea espacial

¿Qué tan difícil fue el proyecto Cassini, que estudió Saturno, sus anillos y lunas?

Tratemos de imaginar esto:
Si el Sol fuese del tamaño de una naranja, la tierra sería aproximadamente del tamaño de una lenteja pequeña.

Esta lenteja se encontraría a 15 metros de la naranja, que es el Sol. La Luna (del tamaño de la cuarta parte de un ajonjolí) estaría a 40cm de la lenteja.

Júpiter, del tamaño del hueso de una cereza, estaría a 80 metros de la naranja y Saturno del tamaño de un chícharo, a 146 metros.

Imagina entonces una naranja con un chícharo a 146 metros.
Una naranja separada de un chícharo por 28 camionetas “Cheyenne”. Distancia más grande que un campo de fut, por si es más fácil imaginarlo.

Ahora pensemos que en esa lenteja viven (entre otras cosas) 7,300 millones de seres diminutos. ¿De qué tamaño serían? mucho menores a una mota de polvo partida en 100. Esos seres diminutos fabricaron un objeto no más grande que ellos y consiguieron que viajara 146 metros de manera controlada durante un tiempo larguísimo.

No solo eso, colocaron en su interior instrumentos para medir, fotografiar y enviar de regreso, a una velocidad inaudita, imágenes que colocan diariamente en sitios de dominio público y que todos pueden estudiar y manipular. Y tras el viaje enorme, pusieron al objeto en órbita del chícharo y lo controlaron por muchísimo tiempo.

Todo ello fue comprobable por medio de infinidad de métodos y organizaciones, como las fotografías, los cálculos realizados, las instalaciones y estructuras para fabricación lanzamiento y control, las instituciones involucradas y las tecnologías derivadas de los conocimientos que hicieron posible ese proyecto.

Lanzamiento de la sonda Cassini

Para poder lanzar ese objeto, debieron confiar en el conocimiento de una cantidad enorme de datos comprobados, cuya fuente fueron muchas disciplinas de la ciencia. Al objeto enviado, lo llamaron poéticamente del mismo modo que uno de los pequeños seres, quien comenzó a desentrañar los por qués de la materia, Giovanni Cassini.

Giovanni Cassini, 1625, 1712

Fueron tan certeros los conocimientos que se utilizaron en el proyecto, que durante años se calculó el funcionamiento en órbita del objeto, con una exactitud de magnitud de error de 0.00001.

Esos conocimientos son solo una parte de la ingente cantidad de datos que maneja nuestro actual modelo de funcionamiento de la realidad, y ha sido posible elaborarlo por el trabajo de muchos años de miles de científicos que día a día comparan sus experimentos y los hacen trabajar en un entramado conceptual en el que todo tiene que estar correcto e interrelacionado. Solo para ese proyecto, se confió en conocimientos de física básica, física de partículas, física cuántica, física relativista, química, óptica, geología, cosmología, astronomía, balística y ciencias aplicadas como electrónica, computación, inteligencia artificial y muchas otras. Todas esas ciencias, para demostrar que son conocimientos confiables, se comprobaron como coherentes entre ellas y con lo que se sabe de otras ciencias, como la biología, la genética, la evolución y las ciencias de la mente y la conducta.

En ciencia, para cada avance, todo tiene que funcionar con lo demás, no es posible “descubrir” un nuevo conocimiento si este no funciona en conjunto con todos los demás conocimientos que han sido probados más allá de la duda razonable.

Más increíble que el viaje en si del aparato, es que estos seres mini-liliputienses podamos sacar conjeturas extremadamente certeras sobre cómo está conformado nuestro universo y de qué está hecho, con solo datos lejanísimos de… luz.

Es por ello que deprime demasiado saber que hay gente que, desconociendo estos hechos, se atreven a “opinar” que el hombre no ha ido a la luna, que la tierra es plana (!), que los planetas son “estrellas errantes” y tonterías de ese calado. La época de la humanidad con más información al alcance de todos, y con más pruebas evidentes de que la ciencia funciona, es al mismo tiempo aquella en la que coexiste con las mentes más retrógradas y más aferradas al pensamiento mágico/supersticioso, las más conspiranóicas, las más dogmáticas.