Asustando con el petate del muerto

En las tan manidas “redes sociales” aparecen, con motivo de las próximas elecciones presidenciales en México, “memes”, chistes, videos de broma, fotografías y caricaturas que intentan convencer (o crear miedo sobre algún candidato). Todos los partidos se han decantado por una guerra sucia, con tal de reducir el número de votantes de su oposición. Las denostaciones, fotografías o videos “incriminatorios”, las noticias de negociaciones corruptas o los testigos de lo malo que es tal o cual candidato son la orden del día.

Ningún partido se salva, y todos se lanzan al lodazal de las descalificaciones, sus expertos en marketing de redes sociales se encargan de esparcir borregos, bulos y chistoretes malintencionados .

De entre los muchos tópicos que se utilizan, por ejemplo, para espantar con el petate del muerto a quienes aún dudan si apoyar o no a Morena, está el tema de decir que su próximo candidato es un comunista que le quitará la propiedad privada a los ricos y repartirá bienes a los pobres sin que estos trabajen. Lo comparan con Chávez, Evo Morales o Castro, y anuncian que en caso de que gane, estaremos rápidamente como Venezuela. Hay videos que tratan de equiparar a los gobiernos totalitarios con el socialismo, con el comunismo , creyendo que el moderno socialismo está aferrado a ideas marxistas, que no tiene capacidad de avanzar científicamente o que no existe la libertad en su seno.
El totalitarismo no requiere de una ideología de izquierda. Hay totalitarismos basados en la teocracia, o en el sentimiento de superioridad de raza, que coincidentemente, son de ultraderecha, y que solo permiten el avance “libre” a aquellos nacidos con características definidas por ellos mismos.
Cualquiera que sea la preferencia ideológica del lector, debería enterarse correctamente de la propuesta contraria. Y no por medio de youtubers (ni por este blog), sino contrastando ideas, escuchando, opinando y proponiendo, con gente que sea intelectualmente honesta y racionalmente claros.

Lo más sensato sería investigar qué es lo que propone este candidato, y su partido… pero nadie lo hace… Todos prefieren que alguien les diga qué opinar. Una frase cómoda que aprenderse para sacarla en un café o una cantina o una comida familiar donde está el cuñado.
Nadie revisa si existe un plan nacional viable, realista, sostenible e inteligente del partido (de este o de cualquier partido). Todo en las redes versa sobre los candidatos. Un triste caudillismo que debimos dejar atrás hace dos siglos.

En este artículo, no hablaré del plan que tiene Morena, ya le toca a ellos hacerlo verdaderamente público, aunque sé que existe y cualquiera lo puede leer. Tampoco del plan de los otros partidos con posibilidades en la contienda , de los cuales se habla mucho menos, con la coartada de que “estamos en pre-campaña”.
Solo tocaré uno de los muchos temas empleados para denostar a uno de los partidos, aunque todos usan esas malas artes, porque me parece importante mostrar cuán equivocados (con o sin dolo) están aquellos que creen que alguno de los candidatos quiere volver a México un país “comunista”. Me interesa elevar el pensamiento crítico. Que cada cual vote por su mejor opción… pero razonadamente.

Los actuales partidos políticos mexicanos de izquierda, no son comunistas ni socialistas en el sentido que tenían las palabras cuando existía la Unión Soviética ni el del trasnochado concepto setentero que le dan dictadores militares como Chávez y Maduro. Aunque debo aceptar que todavía medran (en número muy reducido, pero muy provocador) “troskos”, maoístas, leninistas y porros, que hacen mucho ruido y no ayudan a la comprensión contemporánea que internacionalmente se tiene del socialismo (sin contar a EUA, en cuyo suelo se teme aún la palabreja socialismo y se queman con el jocoque,  macartismo puro y duro sobreviviente de las cenizas del mezosoico).

Es descorazonador que la palabra socialismo acalambre a muchos. Debería ser una palabra que nos uniera socialmente. El socialismo actual no tiene intención de acabar con el capitalismo de forma inmediata, ni revolucionaria, ni definitiva. El socialismo viable, se denomina a sí mismo Socialismo Democrático, y es parte del pensamiento culto contemporáneo sin tener los vicios de los estados totalitarios de antes y de ahora.

Me parece muy buena la explicación que da el periodista mexicano/español Mauricio José Schwarz en un sitio público de preguntas y respuestas online:

¿Qué es el Socialismo Democrático?

Veo que ha recibido algunas respuestas profundamente arraigadas en la teoría y la creencia. Lo cual es bueno. Pero no tiene nada que ver con la forma en que realmente funciona el socialismo democrático cuando se implementa. Por “real” me refiero a una visión política que de hecho ha estado en el gobierno en varios países y que tiene un efecto directo en la política cuando está en oposición. No solo la teoría, que podría ser variada e incluso contradictoria, sino la práctica del socialismo democrático.

El socialismo democrático como pensamiento y acción está incorporado en la Internacional Socialista , una organización mundial de más de 150 partidos socialdemócratas, socialistas y obreros que está activa desde 1951. Si bien se basa en ideas previas sobre el socialismo, es bastante diferente de la “socialdemocracia” que Lenin afirmó que defendió, o que Stalin odiaba. No debe confundirse con el dogma de ningún movimiento anterior como tal.

Sus principios básicos se describen aquí: http://www.socialistinternational.org/about.cfm .

Básicamente, el socialismo democrático cree en la democracia representativa como la forma de gobierno menos imperfecta.

Con respecto a la economía, rechaza tanto las ideas extremas del capitalismo laissez-faire (o mercado libre, como el neoliberal) por el cual las fuerzas económicas deberían estar desprovistas de control social (la mitología de la “mano del mercado”), y el plan central, el monopolio estatal de la economía propuesto por los comunistas. Los socialistas democráticos creen en un mercado que aprovecha las virtudes de la innovación y la competencia, pero regulado para que todos los involucrados en la economía estén protegidos por buenas leyes (leyes laborales, leyes de competencia, leyes ambientales, leyes de consumidores, leyes antimonopolio, antisoborno, etc.)

En lugar de luchar por un mundo sin riquezas ofensivas, lucha por un mundo libre de pobreza ofensiva. Esto explica por qué los países con estructuras socialistas democráticas fuertes, como los países escandinavos, disfrutan de libertad de empresa y un mercado razonablemente libre.

El socialismo democrático plantea una estructura fiscal progresiva que redistribuye la riqueza a través de impuestos más altos para quienes se benefician más de la estructura social (individuos ricos y corporaciones) para establecer igualdad de oportunidades para todos a través de servicios tales como salud pública universal gratuita y educación (desde principios infancia a través de la Universidad), un sistema público de pensiones, una red de apoyo para aquellos que se quedan cortos en la carrera (garantizando comida, ropa, refugio y dignidad para todos).

El socialismo democrático también postula que algunas actividades económicas son demasiado sensibles para ser de propiedad privada, por lo que promueve una economía mixta donde los servicios básicos (servicios públicos, transporte público, energía) son de propiedad estatal o de propiedad conjunta con capital privado, pero garantizan que no se ejercerá abuso sobre la población general. Impide que los Martin Shkrelis del mundo puedan convertirse en depredadores de los menos afortunados. La economía de Noruega, por ejemplo, tiene sus raíces en la industria petrolera estatal.

El socialismo democrático defiende las libertades y los derechos para todos, y se opone a cualquier forma de discriminación por cualquier razón imaginable. También cree en el conocimiento científico como la base más confiable para tomar decisiones políticas.

El socialismo democrático ha moldeado el estado de bienestar en Europa, Canadá, Nueva Zelanda y muchas instituciones sociales en todo el mundo. Muchos partidos socialistas han estado en el poder y han promovido cambios que sobreviven a su mandato, y que los partidos de derecha ni siquiera se atreven a cambiar. En junio de 2017, 49 miembros de la Internacional Socialista estaban en el poder en todos los continentes.

Hasta aquí la expliación de Schwarz.

Debo decir que este post mio no tiene intención de defender tal o cual postura política o partido. Los temas para denostar a cualquiera de los candidatos son muy variados. Lo que intento es animar a que se eleve el nivel de los argumentos que se deben de emplear en una democracia educada, y la utilización del pensamiento crítico para evaluar las posturas de los diferentes partidos que quieren gobernar al país.

El tongo de las elecciones consiste en obligar a la gente a votar por un hombre, no por un modo inteligente de gobierno que tenga posibilidades de triunfo.

El presidencialismo, tratado así, es como elegir a un rey todopoderoso, guapo, inteligente con buenas respuestas y educado. La definición perfecta de un embaucador,  para colocarlo como títere a que aguante los pastelazos de la gente durante un sexenio.

Tomemos como ejemplo el caso de los futuros “debates” entre los candidatos, que muchos esperan como si fuera allí donde nos enteraremos de golpe y porrazo como manejará un país entero un hombre de carne y hueso como tú o como yo, y al que mágicamente le colgamos súperpoderes y nos creemos que será quien tome las decisiones importantes del país.

Lo de los debates es un circo innecesario. Es totalmente absurdo que por un pleito verbal mal armado y de formato anquilosado se pueda decidir alguien solo porque “fulano habla mejor” o “tendría más presencia internacional” o “tomaría mejores decisiones bajo presión”.

Lo que se debe de hacer, para votar con conocimiento, es que se coloquen los planes de gobierno de los diferentes grupos contendientes para gobernar, en un sitio público desde donde se respondan preguntas, tanto de la ciudadanía como de expertos, en diferentes temas y de manera profusa. Sin gastos inútiles de campaña y con toda la calma intelectual que merece el tema del rumbo de un país.

Que mal que se copien modos gringos de show mediático en algo tan importante como los planes de un gobierno.

En 15 minutos de exposición y respondiendo ataques ad hominem. Eso es un debate telelevisado: la búsqueda de la segregación hormonal, no el convencimiento por medio de la razón.

Solo aclarar que quien habla bien y responde rápido no demuestra que está en lo correcto, o que es inteligente o que es buena persona. Todo es para influir en la víscera del populacho.

La demagogia es un lastre viejo.

Recuerdo las respuestas de J.L. Borges a un conocido periodista:

Neustadt: ¿Qué es un hombre inteligente?

Borges: Realmente, no sé. Muchas veces cuando uno dice que tal o cual persona es inteligente se refiere más a que es ocurrente, que tiene algo que decir de un tema inmediatamente. Esa persona puede no ser inteligente. La inteligencia puede ser lenta.

Neustadt: ¿Usted es inteligente?

Borges: Si me dan algunos años para pensar, soy inteligente. Si me hacen preguntas como las suyas, inmediatas, soy más bien estúpido.

Si nos quedamos en el chistorete, en el insulto gratuito -“eres un corrupto priista”, “eres un mocho vendepatrias”, “eres un chairo comelonches”- , que son los que inmediatamente surgen en cualquier plática que se da fuera de la comodidad de su burbuja de opinión, en donde cada grupo se auto-convence de tener la razón, sin ser capaces de evaluar lo propuesto por el grupo opuesto, nos ahogaremos en el quinto círculo dantezco.
Mientras en las campañas no se ponga al candidato como simple representante de un grupo de notables que gobernará con un plan transparente y consensuado, seguiremos en el jueguito de decir “mi gallo es mejor que el tuyo”.
Mientras en vez de hablar de grupos que lleguen al gobierno amparados por formas viables de mejora, solo se hable de candidatos y sus miserias, y se sigan enlodando, el tongo electoral teatrificado va sobre ruedas según lo planeado.

Poner nerviosos a aquellos que de forma automática no votarán por Morena, haciéndoles creer que el demonio hará que el país se derrumbe y generar polarización innecesaria, solo hace que la división entre opiniones no favorezca futuras negociaciones interpartidarias en el gobierno que gane la elección, haciendo que cualquier grupo en el poder sea odiado por la mitad (o más) de la población. Gane quien gane.

Seguir enviando memes idiotas en las redes contribuye al descenso de nivel racional del pensamiento promedio nacional. Pero al parecer, eso es lo que conviene en una elección. Para eso la gente va muy bien. Por eso les dejo esta rola del Serrat: