La fe

La fe es el autoengaño más complaciente.
Es interesado, cómodo (en términos de fin último, lo es aún en los mártires), no requiere de esfuerzo mental y solo se sostiene con sesgos de confirmación.
Deja a la duda en el cajón de los inservibles, y la considera un estorbo molesto.
Escoger creer es una cuestión práctica para la vida diaria. Como otros escogen tener confianza en quien estudia medicina o física sin estudiarla ellos. Es apagar el documental científico y “dedicarse a vivir”. No todos tienen vena filosófica ni tiempo. Bien por ellos mientras de ahí no pase.
Otra cosa son quienes viven de aumentar la culpa, la parafernalia de símbolos y cacharrería supersticiosa y el ritual. O los iconoclastas de diversos credos que han convertido un libro antiguo en objeto mágico poseedor de verdad y camino y le atribuyen poder profético. Un objeto al que nadie puede osar contradecir, criticar, o colocar junto con otros bien intencionados pero equívocos o caducos. Convenciendo a otros de que poseen esa verdad por revelación. Enemistando por segregación, por odio al diferente, tribalizando. De la misma catadura que quienes reniegan de la acumulación de conocimiento científico, apelando a una supuesta soberbia de quien se dedica a saber, a entender lo que llamamos realidad y a utilizarlo en beneficio de todos…incluidos quienes solo tienen fe.