El Planeta Fantástico

 

En el primer lustro de los años 70’s  del siglo xx presentaron en una muestra internacional la película francesa/checoslovaca de ciencia ficción, animada, “Le Planete Sauvage”, que se convertiría años más tarde en una película “de culto” y una obra insignia en el cine de animación europeo y que en México tomó el nombre de “El Planeta Fantástico”. La muestra solo fue vista por un puñado de amantes del cine de arte y nunca obtuvo en la gran audiencia una acogida importante.

En esos años mi interés por el cine de arte era ya notorio, y el día que vi la película quedé fuertemente impresionado. El tratamiento de la película me recordaba a los cartelistas polacos y checoslovacos, tan alejados de la estética norteamericana y el tratamiento infantiloide del dibujo animado hollywoodense. Las revistas de cómics europeos y alguna que otra americana, ciertamente no del “main frame”, como “Heavy Metal”, y los ilustradores de arte fantástico y de cuentos eran material que devoraba y alimentaban mi cultura visual y mi background  de imaginería de diseño y arte. El planeta fantástico amalgamaba genialmente la visión surrealista, una estética orgánica absolutamente fantasiosa y un enfoque humanista que le dotaba de una atmósfera única. Por otro lado, la técnica de animación era muy experimental , a la usanza checoslovaca de la época, y no seguía los cánones de producción norteamericanos, ni en el número de cuadros por segundo, ni en la utilización de planos para lograr profundidad y perspectiva, ni en la preocupación por mostrar movimiento “creíble”, “natural” o perfectista. La intención estética tenía otra meta más humanista: causar emoción vía la imaginación, la creatividad desbordada y el respeto  a la inteligencia y cultura del observador. Por medio de una visión poética muy cuidada, se trataban temas para adultos con dibujos animados y se lograban escenas que hubieran sido imposibles en cine actuado, con los medios al alcance de la época. Los dibujantes captaron perfectamente el entorno fantástico del relato, la intención del director y la trama del libretista.

Otro aspecto a valorar enormemente es la música de la película, totalmente ad hoc con el escenario y con esa carga entre mágica y sofisticada. Muy cuidada y en estas fechas, cargada del sabor de la música culta contemporánea de la época. Una producción completa que merece el premio que se le otorgó en Cannes.

La desbordante creatividad para inventar toda una realidad con una naturaleza con sus propias reglas planetarias, sus estaciones, sus colores, su diversidad en fauna y flora me causaron un impacto inmediato. La innecesaria explicación narrada sobre la cultura, la estética y las costumbres de dos razas que cohabitan el planeta, son magistralmente logradas con esa creatividad que se imprimió a cada escena. No importa si en el dibujo y la animación la anatomía, el trazo o la perspectiva no son perfectas, el resultado estético es más importante. No es una película Pixar, con tridimensionalidad y tratamiento realista de luces, personajes y movimientos, es una narrativa evocativa que deja en el receptor una huella estética, simbólica y humanista que suple a la representación hiperrealista de los renders modernos y los efectos CGI. Está más cercana a Dalí, Chirico, y Ernst o a Bataille, y Breton que a los ambientes hiperrealistas o tridimensionales de los animadores y libretistas modernos. Es un arte dolorosamente olvidado, pero cargado de magia, evocación del inconsciente y tratamiento espontáneo del dibujo, el trazo a mano y la no concesión a lo convencional.

El director de la película fue el francés René Laloux ,  y fue un film coproducido por Francia y Checoslovaquia y distribuido en Estados Unidos por Roger Corman. Ganó el premio especial del jurado en el Festival internacional de Cannes de 1973. La historia está basada en la novela “Oms en Série”, del escritor francés Stefan Wul. La imaginería y la estética son obra del escritor y artista francés Roland Topor.

Les dejo la versión original en francés que está cargada en youtube (se produjeron también una versión en inglés y una en checo), con subtítulos en español. (Para ver los subtítulos hay que habilitarlos con el icono de “CC” y después en el icono de engrane, donde hay que escoger el idioma de los subs)

 

 

Música junto con el arte visual, parte de mi cerebro no racional.

Existe un paralelismo claro para mi entre el arte visual, la música, las matemáticas, el ajedrez  y la poesía. Cada vez que dedico tiempo a cualquiera de esas áreas de consciencia, las demás se ven influenciadas, hinchadas, interconectadas, expandidas. Sin palabras, las “ideas” que surgen en cualquiera de las otras áreas cuando dejo de pensar en una de ellas que me haya atrapado un buen rato, se comportan más dúctilmente. Por ejemplo, después de escuchar música, en una partida de ajedrez se me pueden presentar motivos, ritmos, andamiajes mentales, estructuras de variantes que, sin que lo pueda verbalizar, enriquecen los planes o las combinaciones. Es una especie de atmósfera que simbólica e inadvertidamente me genera una escenografía invisible, hecha de sensaciones, que me emocionan (tranquilamente) y me posibilitan crear ideas con cierto sabor similar al de la música que acabo de escuchar… Cuando diseño es algo similar, y no sucede de forma esporádica, me pasa constantemente.

Tengo cerca de 90 gigabytes de música en uno de mis discos duros. Son una especie de personalidad (incompleta) de mi sensibilidad acústica. Les comparto la lista de álbumes y sus contenidos en un “pdf” de 85 páginas. Una especie de biblioteca musical. Me gustaría que quien me conoce escuchara algo de lo que me emociona…

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Biblioteca musical JSB por álbum

o clic en esta foto:

Saturno a una tinta

En los 70s, me hubiera encantado haber tenido una imaginación
para hacer un cartel tan impactante como esta foto de Saturno.
Sencillez y espectacularidad…
Haber imaginado la transparencia de los anillos que dejan ver la
nitidez cortante de la silueta del planeta, que contrasta con el 
degradé de su terminator (la frontera entre el día y la noche). Las
sombras que se proyectan sobre la superficie, con sus trazos
sutilísimos de nubes y tormentas.
La perspectiva a contrapicada, que le da un aspecto gráfico como si
hubiera posado para un fotógrafo ambicioso.
La perspectiva aérea que se logra colocando a Mimas allá arriba,
brillante y alejada. Ni la puerta del fondo de las Meninas logró esa
profundidad que dota a la imagen, casi plana, como dibujo de Peter
Max, de una tridimensionalidad apabullante. Escalofriante.
Imagen majestuosa y a la vez de ridícula simplicidad.
Saturno se digna mirarme de reojo y yo muero de envidia de
rotulista ávido de dibujar carteles memorables.
Una tinta. Lo que yo daría por lograr algo así con una tinta.
Luz y penumbra
Lejanía e inmediatez
Profusión y parquedad
Golpe y caricia
Corporeidad y transparencia
Arrogancia y sencillez
…silencio que grita “¡sin embargo héteme aquí!”