En los escaques lo porvenir es geométrico.
Surge, a veces, como presagio revelado a los virtuosos.
En el ramaje de conjeturas de cada tabiya
solo le es dable al elegido
encontrar aquel camino que sigue
como un hilo de un Teseo
que decapitará un minotauro.
Solo a veces.
La geometría compleja, patente para quien pueda verla, puede forzar el destino.
Solo a veces.
Ese porvenir ulterior lo dibuja cada cual
creyendo que sus trazos le aproximan un final confortable.
Predecible.
En un laberinto plano.
Predecible.
¿Qué será entonces lo porvenir para nosotros,
afuera de esos geométricos escaques predecibles,
en esta espesura
en esta existencia inaprehensible y entrañable?