A Xavier Sánchez de la Barquera (1923- 2001) lo conocí cuando comencé a tener recuerdos, cuando detenido de su pulgar, que tenía un lunar que quedaría impreso en mis primeras imágenes, me mecía sobre su rodilla.
Cuando ya podía seguirlo por la casa, sentado a un lado suyo, mientras se afeitaba, me recitaba, viéndome por el espejo, lo mismo una fábula en francés que un nocturno de Asunción Silva. Le escuché en esas mañanas mágicas todo el romancero de Lorca, buenos trozos de Gaspar Núñez de Arce, y lo mismo comenzaba una rima de Bécker que una de Nicolás Guilén. Era una enciclopedia y el concepto terabyte se acomodaba fácil en su cráneo. Sabía de memoria, como si fuese un actor fin de siecle todo el Cyrano de Bergerac , de Rostand, que me recitaba en francés y me traducía en la versión de Rubén Darío.
La poesía era solo una de las facetas de su multiverso cerebral, pues fué todo y no fue nada, como Cyrano,
¡Qué diablos iba a hacer, qué diablos iba a hacer en esta galera!
Filósofo, físico, poeta, espadachín, músico, inventor, fácil de palabra y amante, pero no por su bien. ¡Aquí yace, Hércules-Sabinio Cyrano de Bergerac, que fue todo y no fue nada!
…solo de su pasión por la poesía, heredada de su padre, hablo en estos párrafos.
Mi padre era un hipersensible, a la manera de Proust. Su estro lo compartía solo entre quienes sabía que no le criticarían, y si te soltaba un poema, siempre con su estilo, como platicándote, era su manera de decirte que eras de su confianza.
Al final de sus días, le gustaba practicar las entonaciones de sus frases en los poemas con una pequeña grabadora de cassetes Sony. Ponía de fondo a Debussy, a Tomita, a Satie, y grababa, sin mucha habilidad técnica, los poemas que le conmovían. No era para que pasaran a la posteridad, su voz ya denotaba su enfermedad y en esas grabaciones entrañables, más bien dejó un retrato de la atmósfera que tantas veces compartió con los suyos. A quienes no nos importaba si la dicción no era perfecta, sino que nos contagiara su visión del mundo, nos gustaba que pasara horas declamando y escuchando su música, rodeado de sus acuarelas, en una sala surrealista, armada en los 70s, en la que a través de los años lo acompañaron hijos, amigos de hijos, cónyuges de éstos, nietos… y el amor de su vida, “vidilla” Conchita.
De uno de esos cassetes, recupero ahora digitalmente una de sus sesiones con uno de sus autores queridos (tantos y tantos), Amado Nervo.
Para quienes estuvimos frente a él, estos sonidos todos, (los coloco aquí sin recorte) tienen la impronta de la captura de un instante vivido, y están llenos de tiempo/espacio. Son una cápsula en la que, una vez inmersos en ella, no es necesario un casco de realidad virtual para sentarte a su lado, mirarle a los ojos y dejar que te platique…
Yo vengo de un brumoso país lejano
A Kempis
El Día que me quieras
Pasas por el abismo de mis tristezas
Me besaba mucho
Como blanca teoría por el desierto
Gratia Plena
Hermana Melancolía
¿Lo recuerdas? Una noche sin fulgores, sin bellezas
Silenciosamente
Cobardía
Aire líquido
Escucho a ojos cerrados y le veo, si, lo veo de pié junto a la puerta de la sala, cigarro en mano, poseído, vibrando, y al terminar, nos mira con su sabia mirada y nos sonríe con su amable sonrisa mientras aplaudimos con genuina emoción.
🙂👏🏻🖖🏻
Admirable tu padre, Javier.
Realmente un hombre con muchos dones y qué orgullo para tí.
Gracias Jorge. En verdad era fuera de serie
Lo más bello de todo esto es volver a escuchar su poética voz y por unos momentos verlo otra vez, en mi mente, como siempre lo recuerdo con amor y respeto como el tío que para mi siempre fué !!
Y CERRANDO LOS OJOS….LO VOLVI A MIRAR, A SENTIR, A PALPAR. SU CIGARRILLO ENCENDIDO CERCA DE SUS LABIOS, SUS OJOS AVIDOS DE APRECIAR, ENTENDER Y COMPARTIR, SU SONRISA PICARA UNA VEZ QUE TE CONFIABA Y SUS CHARLAS ETERNAS, GRACIOSAS Y CONMOVEDORAS.
GRATOS, GRATICIMOS RECUERDOS.
Mi queridísimo Xavier si logico se me salieron la lagrimas y no de tristeza, de alegría de los momentos que se viven con profundidad y se quedan marcados para la eternidad.
Un abrazo es maravilloso escuchar a tu padre y sentirlo.