Profundidades

La música, el arte de la acústica, te atrapa aún sin saber de dónde proviene; puedes gozarla a la vuelta de una esquina sin ver al músico que la provoca y sin entender como fue creada. Con la pintura, el arte de la óptica, debes estar frente a frente y sin embargo no requieres de una explicación, simplemente te emociona. Con el ajedrez, el arte de la lógica, las cosas ya no son tan fáciles. Para gozarlo estéticamente no basta presenciar una partida, necesitas saber sus rudimentos y hacer un esfuerzo por seguir la lógica de sus secuencias.
Por otro lado, extasiarte con cuestiones científicas es cosa de impresionarse con sus resultados. Algunos son de evidente pragmatismo, otros son de azoro ante la dificultad de haber colegido lo que se pensaba inalcanzable. La ciencia es el arte del conocimiento razonado.
Todas esas “ars” se gozan mejor si se comprende el enorme trabajo “detrás de cámaras” y el cúmulo de conocimientos coleccionados para elaborar uno de sus productos. Si alguien que las entiende logra explicar al neófito, en términos diáfanos, sus complejidades, sus “secretos”, los conocimientos que la hicieron posible, más gente será capaz de gozarlas con mayor intensidad. La crítica y la divulgación acercan al artista al usufructuario de su arte.
Cuando se compra una casa no basta con que nos guste su fachada o el barrio donde está.
Necesitamos saber qué tubería tiene, como están sus cimientos, qué materiales la conforman, qué espacios fueron aprovechados, si no tiene vicios ocultos… y recurrimos a los expertos.
O aprendemos lo necesario.
Tal es el caso de la música, la pintura, el ajedrez o la ciencia.
Gozo más un arcoiris ahora que sé lo que hay detrás de su fenómeno, la luz, la visión, la percepción, el electromagnetismo, etc. Y todo ello no le quitó un ápice al gozo que ya sentía al verlo sin saber todo ello. Simplemente gozo más profundamente.
JSB

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