En general, muchos creen que al abrir una caja, Pandora dejó escapar todas las desgracias problemas y para otros deja escapar los dones, que huyen al Olimpo. Pero la narración es más interesante y complicada que esa síntesis sin miga.
Cuando los inmortales se separan de los mortales Zeus, para castigar una treta de estos últimos para quedarse con parte de los sacrificios a los dioses, les niega el fuego. Es aquí donde Prometeo entra a la trama robando el fuego y dándolo a los mortales. El enojo de Zeus es entonces mayor, Prometeo es encadenado y el padre de los dioses urde una venganza contra los mortales: pide a Hefesto que modele una mujer de arcilla, bella como las inmortales y que le infunda vida. Esa es la primera mujer (mortal). También le pide a Afrodita que le otorgue gracia y sensualidad y a Atenea concederle el dominio de las artes (artesanías) y adornarla y a esto le ayudan las Gracias y las Horas haciéndole diversos atavíos. Zeus, como parte de la venganza, pide entonces a Hermes que sembrara en ella las mentiras, la seducción y el carácter inconstante. Quiere que los hombres sean atraídos por un “bello mal”. Un don que los hombres se alegren al recibirlo, pero que al aceptarlo obtengan un sinnúmero de desgracias. Tal es el sino de Pandora.
Epimeteo, hermano de Prometeo, es quien va a recibir ese regalo de Zeus. Prometeo, quien tiene el don de ver el futuro, ya le había advertido a su hermano que no aceptara ningún regalo de Zeus, de lo contrario traería una gran desgracia a los mortales. Epimeteo termina por aceptar a Pandora como esposa y esta trae consigo un ánfora que contiene todos los dones a la humanidad. Al abrirla, deja escapar a todos los bienes, mismos que regresan al Olimpo, pero uno de ellos, Elpis (la esperanza), la más pequeña, queda en el ánfora. De ahí la frase “la esperanza es lo último que permanece”. Epimeteo comprende tarde la astucia de Zeus.
La “Teogonía” de Hesiodo presenta a Pandora como la primera de entre las mujeres, que en sí mismas traen el mal: en adelante, el hombre debe optar por huir del matrimonio a cambio de una vida sin carencias materiales, pero sin descendencia que lo cuide y que mantenga después de su muerte su hacienda; o bien casarse y vivir constantemente en la penuria, corriendo el riesgo incluso de encontrar a una mujer desvergonzada, mal sin remedio.
Para Robert Graves Pandora significa “la que da todo”. Otros han traducido el nombre como “la de todos los dones”.
En las sociedades occidentales, misóginas por consecuencia de roles de producción y económicos, la mujer es vista como portadora del mal, a la vez que una necesidad sin la cual no habría descendencia ni compañía. Con ese mito se estaría ante la precursora griega de la Eva bíblica, puesto que Pandora es quien, como aquella, trae la desgracia a la humanidad.
Para Jean-Pierre Vernant, el rol de mito de Pandora en el texto hesiódico (sobre todo referido a Trabajos y días) es el de la justificación teológica de la presencia de fuerzas oscuras en el mundo humano. Al intentar Prometeo obtener para los hombres más de lo que debían recibir, arrastra a la humanidad a la desgracia: Zeus da a los mortales un don ambiguo, mezcla de bien y mal, una peste difícil de tolerar pero de la que no se puede prescindir. Es el engaño mismo disfrazado de amante. Pandora es la responsable de comunicar al mundo humano los poderes representados por la estirpe de la Nyx (la noche): de ahora en adelante, toda abundancia convive con Ponos (dios del trabajo duro), a la juventud sigue Geras (la personificación de la vejez y preludio de Tanátos, la muerte) y la justicia contrasta con Eris (la discordia).
La aparición de la mujer implica también la necesidad de un constante afán en las labores agrícolas, puesto que es presentada como un vientre hambriento, atenta a la hacienda de su prometido, al que acecha con encantos seductores (Apate), y una vez casada instala el hambre en el hogar. Todos esos personajes, en otras versiones del mito, son las desgracias que dejó salir Pandora del ánfora. Lo de “la caja” de Pandora es una interpretación renacentista del mito.
Me interesa también apuntar que los hermanos Prometeo y Epimeteo son la representación griega de las dos formas de afrontar la realidad. Prometeo tiene el don de predecir el futuro y Epimeteo el don de percibir pausadamente el pasado. Pero el don de Prometeo debe verse como la capacidad de elaborar deducciones inteligentes para adelantarse a los hechos. Es “el inventor de la ciencia y el conocimiento”, mientras que Epimeteo es el epítome del actuar antes de pensar. Para muchos es el materialismo, pero es más bien un ejecutor práctico que experimenta y saca conclusiones.
Copio de la wiki:
[Epimeteo era el responsable de dar un rasgo positivo a todos los animales, pero cuando era el momento de dar al hombre un rasgo positivo, por falta de previsión se encontró con que no quedaba nada. Prometeo decidió que los atributos de la humanidad serían las artes civilizadas y el fuego, que robó del carro de sol Apolo. Prometeo más tarde fue sometido a juicio por su crimen […] “Epimeteo, el ser en el que los pensamientos siguen a la producción, representa la naturaleza en el sentido del materialismo, de acuerdo con que el pensamiento viene después que los cuerpos sin pensamientos y sus movimientos irreflexivos”.]
Como ajedrecista veo a los hermanos titanes como un dúo necesario para la comprensión de cualquier tarea o situación que se nos presente. He visto incontables ocasiones que ambas aproximaciones son necesarias para la comprensión de cualquier partida de ajedrez que juguemos o vayamos a jugar. y por extensión, a cualquier situación que requiera de acción o decisión. El “pensar antes de actuar” viene siempre acompañado por el “razonar las consecuencias una vez emprendida la acción”. Es lo mismo en la ciencia.
En la astronomía y en la física , existen los teóricos y los experimentales. Unos y otros van acumulando conocimientos conjuntamente. De la experimentación pueden surgir deducciones para “predecir” el futuro, pero de la teoría y las hipótesis mentales surgen también acciones experimentales que comprueban o refutan las deducciones.