Demócrito de los axones

Será una versión más vieja de nosotros la que llegue a un acuerdo un mañana.
Una que en el fluir del río cósmico en el que nunca somos ya nosotros los que nos bañamos, se haya modificado tantas veces, fatalmente, que lo que ahora nos distancia, se convierta en atadura. Lo que ahora nos deslumbra, se convierta en algo diáfano, como el agua, como un neutrino desvergonzado espiado por la conciencia que formaremos juntos.
¿Cuantos tumbos materiales y cuanta electricidad en los axones terminará por minar mi entramado de órganos, suaves y húmedos y aquel sutil subproducto de la química que en la carcaza de mi cráneo se manifiesta mintiéndome al decir “yo soy tu yo”?
Desaparecé junto con él sin llegar a comprender (¿quién es ese que comprende?), sin saber si mi saber acreciente la corriente. Tanta curia en fabricarme. Eones!
Tantos otros que, como nosotros, no llegamos a un acuerdo.
Tanta estructura de tejidos infinitesimales, tanta sofisticación de milenios, para confeccionar la estructura que me soporta, solo para creer que sé algo, ya sea tan pequeño como saber que podemos, algún mañana, nosotros, otros entonces, coincidir y estar de acuerdo.